martes, 5 de abril de 2016

Valeria Ayala


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Mis hermosos hoy les hablare de 

Quimiorreceptores

El objetivo de la respiración es mantener concentraciones adecuadas de oxigeno, dióxido de carbono e iones de hidrogeno en los tejidos.
El exceso de dióxido de carbono o iones de hidrogeno en la sangre actúa de manera directa sobre el propio centro respiratorio, haciendo que se produzca un gran aumento de la intensidad de las señales motoras tanto inspiratorias como espiratorias hacia los músculos respiratorios. Por el contrario el oxigeno no tiene un efecto directo significativo sobre el centro respiratorio del encéfalo en el control de la respiración, sino que actúa casi totalmente sobre  los quimiorreceptores periféricos, localizados en los cuerpos carotideos y aórticos, y estos a su vez transmiten señales nerviosas adecuadas al centro respiratorio para controlar la respiración.
-          Quimiorreceptores centrales: Hay un área quimiosensible localizada bilateralmente, a menos de 1 mm por debajo de la superficie ventral del bulbo. Esta área es muy sensible a cambios de PCO2  como de la concentración de hidrógenos, los cuales excitan las otras regiones del centro respiratorio.

Las neuronas sensoriales del area quimiosensible son excitadas esencialmente por los iones de hidrogeno, sin embargo los hidrogeniones no cruzan fácilmente ni la barrer hematoencefalica ni la sangre. Por esto, los cambios en la concentración del ion hidrogeno en la sangre tiene en realidad un efecto estimulante sobre las neuronas quimiosensibles muy inferior al de las variaciones del CO2, aunque estimula de forma indirecta.

Aunque el dióxido de carbono tiene poco efecto directo en la estimulación de las neuronas de la zona quimiosensible, tiene un efecto indirecto potente. Consigue este efecto reaccionando con el agua de los tejidos para formar ácido carbónico, que se disocia en iones hidrógeno y bicarbonato; después, los iones hidrógeno tienen un efecto estimulador directo potente sobre la respiración.

El CO2 tiene un efecto más potente que H+, ya que la barrera hematoencefálica no es muy permeable a los iones hidrógeno, pero el dióxido de carbono atraviesa esta barrera casi como si no existiera. Por tanto, siempre que aumente la Pco2 sanguínea, también lo hace la Pco2 del líquido intersticial del bulbo y del líquido cefalorraquídeo. En estos dos líquidos el dióxido de carbono reacciona inmediatamente con el agua para formar nuevos iones hidrógeno. Así, paradójicamente, se liberan más iones hidrógeno hacia la zona sensitiva quimiosensible respiratoria del bulbo raquídeo cuando aumenta la concentración de dióxido de carbono sanguíneo que cuando aumenta la concentración sanguínea de iones hidrógeno.

NOTA: La excitación del centro respiratorio por el dióxido de carbono es intensa en las primeras horas después de la primera elevación del dióxido de carbono sanguíneo, aunque después disminuye gradualmente a lo largo de los 1 a 2 días siguientes, disminuyendo hasta aproximadamente 1/5 del efecto inicial. Parte de esta disminución se debe al reajuste renal de la concentración de iones hidrógeno en la sangre circulante. Los riñones lo consiguen aumentando el bicarbonato sanguíneo, que se une a los iones hidrógeno de la sangre y del líquido cefalorraquídeo para reducir sus concentraciones.

Las modificaciones de la concentración de oxígeno no tienen prácticamente ningún efecto directo sobre el propio centro respiratorio para alterar el impulso respiratorio (aunque las modificaciones del oxígeno sí tienen un efecto indirecto, actuando a través de los quimiorreceptores periféricos). El sistema amortiguador hemoglobina-oxígeno libera cantidades casi exactamente normales de oxígeno a los tejidos aun cuando la Po2 pulmonar varíe desde un valor tan bajo como 60 mmHg hasta un valor tan alto como 1.000 mmHg. Por tanto, excepto en situaciones especiales, se puede producir una liberación adecuada de oxígeno a pesar de modificaciones de la ventilación pulmonar que varían desde un valor ligeramente menor a la mitad de lo normal hasta un valor tan alto como 20 o más veces el valor normal. Esto no es así en el caso del dióxido de carbono, porque la Pco2 tanto sanguínea como tisular se modifica de manera inversa a la tasa de la ventilación pulmonar.

Sin embargo, en esas situaciones especiales en las que los tejidos tienen problemas por la ausencia de oxígeno, el cuerpo tiene un mecanismo especial para el control respiratorio localizado en los quimiorreceptores periféricos que están fuera del centro respiratorio del encéfalo; este mecanismo responde cuando el oxígeno sanguíneo disminuye demasiado, principalmente por debajo de una Po2 de 70 mmHg

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